Cuando hablamos de pavimentos asfálticos duraderos, los áridos cobran un papel más importante del que muchos imaginan.
Más allá del betún, son los áridos los que conforman alrededor del 90 al 95 % de la mezcla bituminosa en peso.
Por eso, entender su influencia es fundamental para lograr carreteras más resistentes, económicas y sostenibles.
Los áridos son materiales granulados, como gravas, arenas y rocas trituradas, que conforman la base sólida de la mezcla asfáltica.
Estos materiales, al combinarse con betún, crean una masa cohesiva que forma la superficie del pavimento.
El comportamiento de esa superficie dependerá en gran medida de la calidad, forma, granulometría y resistencia de los áridos.
En otras palabras, no basta con colocar cualquier tipo de grava sobre el asfalto.
Es crucial elegir áridos que garanticen durabilidad, adherencia y resistencia al desgaste.
De lo contrario, la carretera terminará agrietándose o deformándose en mucho menos tiempo del previsto.
Existen varias características que determinan el comportamiento a largo plazo de la mezcla asfáltica.
Entre ellas, algunas son especialmente relevantes.
Cuanto más angulosos y rugosos sean los áridos, mayor será su capacidad de adherirse al betún.
Esto se traduce en una mejor interconexión interna y una resistencia mecánica superior.
Por ello, los áridos redondeados, como los de origen fluvial, suelen descartarse para capas de rodadura.
Una textura adecuada mejora la cohesión interna de la mezcla, lo cual minimiza el riesgo de desprendimientos prematuros.
La mezcla de áridos de diferentes tamaños permite que se «acomoden» mejor entre sí.
Esto reduce los vacíos dentro de la mezcla y mejora su compactación.
Una distribución granulométrica bien equilibrada contribuye directamente a una estabilidad estructural más alta.
De hecho, las curvas granulométricas desbalanceadas generan mezclas más porosas, vulnerables al deterioro por humedad y fatiga.
Esta propiedad es crucial en zonas de tráfico intenso o sometidas a condiciones climáticas extremas.
Áridos con baja resistencia tienden a pulverizarse con el tiempo, debilitando el conjunto.
En cambio, aquellos extraídos de rocas ígneas o metamórficas como el granito o el basalto ofrecen mayor resistencia al pulido y al desgaste.
La procedencia de los áridos también influye altamente en sus propiedades físicas y químicas.
Por eso, conviene elegirlos con precisión en función de las demandas del proyecto.
En zonas urbanas, es común emplear áridos reciclados como parte de políticas de economía circular.
No obstante, para garantizar durabilidad, siempre deben someterse a pruebas de calidad rigurosas.
Los materiales de construcción están expuestos a agentes externos que condicionan su comportamiento.
En el caso de las mezclas bituminosas, los áridos juegan un rol determinante en la manera en que el pavimento reacciona ante ciertas variables ambientales y de carga.
La presencia de agua en la mezcla asfáltica es uno de los principales factores de deterioro prematuro.
Cuando los áridos no tienen buena afinidad con el betún, se forma una capa de agua que impide una correcta adhesión.
Esto provoca desprendimientos, fisuras y pérdida de material.
Usar aditivos antidesprendimiento o áridos tratados con silicatos es una estrategia habitual para reducir este efecto.
El paso constante de vehículos pesados genera un estrés dinámico que afecta la estructura de la mezcla.
Es aquí donde brilla la función estabilizadora de los áridos.
Una selección incorrecta de tamaño o resistencia lleva a deformaciones como rodera, agrietamiento por fatiga o desprendimiento en superficie.
Por eso, las especificaciones técnicas en autopistas exigen áridos con altos índices de LA abrasion y PSV (Polished Stone Value).
En una importante autopista europea, inaugurada en 2015, se utilizó una mezcla bituminosa fabricada con áridos de origen local.
Aunque el proveedor garantizaba la viabilidad del producto, no se realizaron análisis profundos sobre la durabilidad del árido frente a climas húmedos.
En menos de tres inviernos, el asfalto comenzó a mostrar fallos sistemáticos relacionados con la pérdida de adherencia y agrietamiento transversal.
Una investigación posterior reveló que el árido usado presentaba una porosidad alta y una mala adhesividad con el ligante bituminoso.
Se tomaron muestras del pavimento fallido y se compararon con mezclas hechas con áridos basálticos de una cantera vecina.
Los nuevos ensayos mostraron que los áridos basálticos reducían la absorción de agua en un 35 % y ofrecían una adherencia superior del 42 % respecto a los anteriores.
El proyecto fue reanudado con esta nueva mezcla y desde su aplicación no ha presentado errores estructurales importantes.
Este ejemplo demuestra que, incluso con betunes de alta calidad, la selección de áridos es clave para lograr mezclas bituminosas estables y duraderas.
Antes de ser utilizados, los áridos deben analizarse mediante ensayos normalizados que ayudan a predecir su comportamiento.
Estas pruebas permiten evitar fallos prematuros y ajustar la mezcla según el contexto climático y mecánico del proyecto.
Asimismo, es importante repetir estas pruebas periódicamente para asegurar que cada lote suministrado cumple con estándares de calidad constantes.
Los áridos de roca dura como basalto, sienita o granito son los más recomendables por su alta resistencia al desgaste y al pulido.
Se pueden usar aditivos antistripping o emplear áridos con buena superficie rugosa e impurezas mínimas.
Sí, pero sólo si se controlan parámetros como la composición, grado de desgaste y contenido de betunes envejecidos.
Pueden dificultar la adherencia al betún, absorber más ligante del necesario y producir mezclas inestables.
La humedad afecta negativamente la adhesión del ligante y puede generar vacíos que provocan daño por ciclos de congelación-descongelación.
Secar correctamente los áridos antes del mezclado es clave para mejorar el rendimiento final del firme.
En resumen, la durabilidad de una mezcla bituminosa está directamente relacionada con la calidad y características de los áridos empleados.
Una elección adecuada puede extender la vida útil del pavimento y reducir costes de mantenimiento durante décadas.
En cambio, un mal análisis de los áridos puede traducirse en deterioros costosos, interrupciones del tráfico y pérdidas económicas públicas o privadas.
Por todo esto, es esencial tratar los áridos no como un simple componente añadido, sino como uno de los pilares fundamentales de la ingeniería vial moderna.
Cuando se trata de construir estructuras sometidas a movimientos constantes, como puentes, plantas industriales o…
Escoger el árido correcto puede marcar la diferencia en la resistencia, durabilidad y acabado de…
Reducir costes en una obra no siempre implica sacrificar calidad o diseño. Una de las…
Cuando pensamos en hormigón, la imagen que nos viene a la cabeza suele ser la…
Elegir entre cantonera o inglete es la pregunta que hacen los alicatadores a sus clientes…
Elegir los áridos adecuados es una etapa fundamental en cualquier proyecto de construcción o reforma.…