Cuando pensamos en hormigón, la imagen que nos viene a la cabeza suele ser la de una mezcla monolítica, fuerte, resistente y aparentemente simple.
Sin embargo, la verdadera resistencia y durabilidad del hormigón dependen en gran medida de uno de sus componentes más olvidados: los áridos.
Estos materiales granulares no solo rellenan la mezcla, sino que desempeñan un papel crucial en su comportamiento estructural.
Comprender su influencia puede marcar la diferencia en el éxito de una obra, tanto en estructuras nuevas como en reformas.
Los áridos son materiales granulares como la grava, la arena y la piedra triturada que, al mezclarse con cemento y agua, forman el hormigón.
Están presentes en la mayor parte del volumen del hormigón, representando entre un 60% y un 80% del total.
Su función no es sólo de relleno: mejoran las propiedades mecánicas, reducen costes y minimizan la contracción del cemento.
Y no hablamos solo de resistencia, también influyen en la durabilidad, densidad, trabajabilidad y módulo de elasticidad.
Los áridos se clasifican según su tamaño y origen.
La selección adecuada es esencial para asegurar el comportamiento esperado del hormigón.
Los áridos finos (arenas) pasan por tamices de 5 mm, y los áridos gruesos (gravas y piedras trituradas) se mantienen sobre ese tamaño.
Los áridos naturales tienen forma más redondeada y superficie lisa, lo que mejora la trabajabilidad.
En cambio, los reciclados pueden aportar sostenibilidad, aunque exigen ajustes técnicos para mantener la calidad.
Para aplicaciones específicas, como hormigón estructural ligero o de blindaje, se utilizan áridos especiales:
Cada tipo de árido tiene propiedades físicas y químicas que modifican las cualidades finales del hormigón.
Conocerlas es esencial para cualquier profesional que desee garantizar estructuras sólidas y duraderas.
Una buena curva granulométrica permite un empaquetamiento óptimo, lo que significa menos huecos y más densidad.
Eso se traduce en menor consumo de cemento, mayor resistencia y mayor durabilidad.
Los áridos angulosos ofrecen mejor adherencia con la pasta de cemento que los redondeados.
Una textura rugosa mejora esa adherencia y la cohesión interna del hormigón.
Un árido débil se traduce en un hormigón más frágil.
Si absorben mucha agua, alteran la proporción agua/cemento de la mezcla, lo que reduce su resistencia.
Vamos a ver cómo estos factores se traducen en propiedades del hormigón que afectan directamente al diseño y ejecución de obras.
Una de las principales exigencias estructurales del hormigón.
La calidad, forma y distribución de los áridos influyen significativamente en esta propiedad.
Una mezcla diseñada con áridos bien seleccionados puede alcanzar resistencias por encima de los 40 N/mm² sin requerir aditivos especiales.
Depende principalmente de la rigidez de los áridos.
Materiales como la piedra caliza o el granito aportan mayor módulo elástico, reduciendo deformaciones en la estructura bajo carga.
El uso de áridos inadecuados puede generar retracciones excesivas, lo que provoca fisuras.
Esto afecta gravemente a la durabilidad del elemento estructural y a su comportamiento frente a cargas permanentes o variables.
Los áridos reaccionan con el entorno: su exposición a sulfatos, cloruros o ambientes marinos puede provocar reacciones deletéreas.
Un ejemplo claro es la reacción álcali-sílice (ASR), que en algunos casos genera expansiones que fracturan completamente columnas o losas.
Durante la construcción de un puente en Kiewit (EE.UU.), se seleccionaron áridos que no habían sido previamente sometidos a pruebas contra la expansión por reacciones alcalinas.
A los pocos años se observaron fisuras recurrentes en múltiples pilares del puente.
Tras un diagnóstico técnico, se determinó que los áridos contenían sílice reactiva que, al mezclarse con los álcalis del cemento, había generado expansiones superiores al 0,3% del volumen de la pieza.
Esto provocó presiones internas que sobrepasaron el límite estructural del hormigón.
La reparación requirió reemplazar segmentos enteros del puente y costó millones de dólares.
Todo por no verificar correctamente el tipo de árido empleado.
Una lección clave: los áridos no son un detalle menor, sino un componente estructural fundamental.
El diseño estructural debe considerar criteriosa y profesionalmente el tipo de árido.
Existen normas técnicas que guían su elección, como la EHE-08 en España o las normas ACI en otros países.
Pero más allá de la normativa, hay criterios prácticos esenciales:
Elegir un proveedor confiable marca la diferencia.
Un proveedor especializado en materiales de construcción debe garantizar trazabilidad, ensayos de calidad y documentación técnica.
También puede ayudar al constructor o reformista a seleccionar los áridos óptimos según la tipología de la obra: forjados, zapatas, placas, cimentaciones, etc.
Sí, pero deben cumplir con los requisitos de calidad establecidos y pasar controles rigurosos de resistencia y absorción.
Es común su uso en hormigón no estructural, pero con diseño adecuado pueden utilizarse en estructuras de baja carga.
Muchísima.
Áridos de tono claro ayudan a obtener un hormigón más claro, ideal para acabados arquitectónicos visibles.
Por eso también se seleccionan según criterios estéticos en proyectos urbanísticos.
La arcilla disminuye la adherencia entre la pasta cementosa y el árido, y aumenta la demanda de agua.
Eso debilita la estructura, fomenta fisuras y reduce su durabilidad.
Sí, para asegurar la trabajabilidad y resistencia del hormigón.
Una mala distribución granulométrica genera vacíos, poca cohesión y mezclas difíciles de colocar.
Dedicar tiempo a evaluar los áridos adecuados mejora sensiblemente el comportamiento estructural.
Algunas de las principales ventajas son:
La correcta selección de áridos es una inversión real en calidad de obra.
No se trata solo de cumplir normas, sino de garantizar seguridad, rendimiento y economía.
Profesionales de obra, reformas y proyectos industriales deben tenerlo siempre presente.
Y siempre es recomendable apoyarse en un proveedor especializado para asegurarse del mejor material disponible.
En definitiva, los áridos son el alma silenciosa del hormigón.
Son la columna vertebral de su comportamiento estructural, su durabilidad y su resistencia al paso del tiempo.
No basta con elegirlos al azar ni con mirar sólo su coste: su influencia es tan profunda que puede llevar a una obra al éxito… o al fracaso.
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