Una correcta gestión de los áridos en obra no solo garantiza la calidad del proyecto, sino que también evita pérdidas y problemas técnicos posteriores.
Los áridos son fundamentales en la construcción de infraestructuras, pero su manipulación y almacenamiento deben hacerse con cuidado.
Prevenir la contaminación de estos materiales es clave para asegurar mezclas de calidad y estructuras duraderas.
Los áridos forman parte básica del hormigón, mortero y otras mezclas utilizadas en cualquier obra.
Contaminaciones como tierra, orgánicos, polvo, agua o restos químicos pueden alterar su granulometría y composición.
Esto se traduce en mezclas menos resistentes, problemas de adherencia o incluso fallos estructurales a largo plazo.
Una mala práctica en el acopio, además, genera gastos innecesarios por desperdicios, reprocesos o tiempos de paralización.
Por ello, invertir unos minutos en planificar el almacenamiento puede ahorrar miles de euros en futuros costos de reparación.
Cada obra tiene condiciones distintas, pero muchos problemas se repiten por descuidos comunes.
Todos estos factores deterioran la calidad y consistencia del material, afectando directamente al resultado de la obra.
En una obra de urbanización en las afueras de Madrid, una empresa colocó arena y grava directamente sobre el suelo, sin ningún tipo de protección inferior ni delimitación.
Después de dos días de lluvia, el exceso de agua arrastró tierra del terreno hacia los montones de arena, que además se mezclaron parcialmente entre sí por movimientos de maquinaria mal coordinados.
El resultado fue un lote de material inutilizable, que se tuvo que desechar tras detectar fisuras en los primeros tramos de hormigón colado.
Lo más grave es que el problema no fue evidente hasta días después, cuando ya se habían invertido horas de trabajo en tareas que finalmente se repitieron.
Este es solo un ejemplo habitual de cómo una falta de previsión en el almacenamiento puede disparar los costos y extender plazos innecesariamente.
Evitar estos fallos está al alcance de cualquier empresa con un mínimo de organización.
A continuación, te explicamos las recomendaciones más efectivas para prevenir la contaminación de los áridos durante su acopio en obra.
Es fundamental disponer una base sólida, limpia y delimitada con anterioridad a la llegada de los materiales.
Una base bien preparada protege el contenido y reduce el riesgo de humedad y suciedad.
Es vital evitar que los diferentes tipos de material se mezclen entre ellos por accidente.
Una identificación clara ayuda además a controlar inventarios y caducidades potenciales.
La protección superior es tan imprescindible como la inferior.
Un buen cubrimiento evita la humedad y el desarrollo de microorganismos o malos olores.
Una fuente constante de contaminación es el movimiento desordenado de camiones o excavadoras.
El tránsito controlado reduce polvo, hollín y mezcla accidental de materiales sueltos.
No basta con montar la zona de acopio correctamente el primer día.
Es clave supervisar a diario el estado de los montones y reacomodar si es necesario.
Una tarea diaria de 15 minutos puede conservar toneladas de material en condiciones óptimas.
Los profesionales más experimentados aplican algunos trucos adicionales para garantizar un almacén limpio y funcional.
Prevenir es siempre más barato que corregir.
Aun con todas las recomendaciones, es posible detectar contaminación en algún momento del proyecto.
En estos casos, lo peor que se puede hacer es continuar con el trabajo sin evaluar consecuencias.
Estos errores pueden significar demoliciones parciales, retrasos, sanciones o hasta accidentes.
Es mejor parar, analizar y, si es necesario, reemplazar el lote contaminado.
Sí, pero solo si están sellados y protegidos de la intemperie.
Los sacos a granel deben revisarse por posibles roturas y nunca colocarse directamente sobre la tierra.
La arena fina es especialmente sensible por su volumen reducido y capacidad de retención de humedad.
Dependerá del volumen de uso, pero como regla general se recomienda revisarla cada dos días laborales.
En obras prolongadas o con climatología adversa, sí se justifica completamente por el ahorro en materiales y calidad asegurada.
También facilita el cumplimiento de normativas medioambientales.
Este checklist puede incorporarse al plan de seguridad y control de calidad de la obra.
También es recomendable documentar mediante fotografías el estado diario del acopio, como respaldo ante inspecciones o conflictos con proveedores.
En resumen, almacenar bien los áridos es tan importante como elegir un buen cemento o contratar a los mejores operarios.
Un almacenamiento adecuado preserva la calidad de los materiales, protege tu inversión y mejora los resultados finales de cualquier obra.
No se trata solo de seguir una norma, sino de actuar preventivamente para mantener cada componente en su mejor estado hasta el momento de ser utilizado.
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