El transporte y almacenamiento de áridos en el sector de la construcción es una de las operaciones más críticas para garantizar la calidad y eficiencia de cualquier obra.
Los áridos, como la grava, arena y piedra triturada, son materiales fundamentales para estructuras sólidas y duraderas.
Comprender a fondo su logística es clave para evitar pérdidas económicas y problemas en la ejecución del proyecto.
Los áridos son materiales granulares inertes que se utilizan en casi todos los tipos de construcción.
Pueden formar parte de mezclas de hormigón, asfalto, morteros e incluso se usan directamente para rellenar o nivelar terrenos.
Su calidad y estado de conservación afectan directamente a la resistencia de la estructura que se construya con ellos.
Por esta razón, su transporte y almacenamiento adecuados no son opcionales, sino imprescindibles.
El traslado de los áridos desde la cantera hasta el lugar de uso es un proceso logístico que involucra varios actores y medios de transporte.
La elección del medio depende de la distancia, volumen y tipo de material a transportar.
En contextos urbanos, también se utilizan contenedores basculantes y sistemas encapsulados para minimizar el polvo y cumplir normativas.
Una parte crítica en el transporte de áridos es asegurar que el material llegue libre de contaminantes y dentro de sus propiedades mecánicas originales.
Para lograrlo, muchas empresas usan lonas o cubiertas que sellan el contenido del camión o vagón.
Esto evita que el árido se mezcle con tierra, humedad o residuos del entorno.
Además, respeta las normas medioambientales que impiden la dispersión de partículas.
En zonas montañosas o rurales aisladas, el transporte de áridos a veces requiere soluciones creativas.
Se han documentado casos donde helicópteros o cintas transportadoras portátiles se utilizaron para llevar material a zonas inaccesibles por carretera.
Estos métodos, aunque costosos, pueden ahorrar tiempo y esfuerzo en grandes obras de infraestructura.
Una vez que llegan al sitio de construcción o acopio, los áridos deben conservarse en condiciones óptimas.
El almacenamiento inadecuado puede afectar su granulometría o provocar la presencia de impurezas.
La separación física entre tipos de material es fundamental para asegurar que cada árido conserve su función y características.
Los montículos se suelen formar con pendiente para facilitar el drenaje y se cubren con lonas impermeables.
El mayor enemigo de los áridos es el agua no controlada.
La humedad excesiva altera la dosificación de mezclas y puede interferir en la adherencia del cemento o los aglomerantes.
Por esta razón, muchos depósitos cuentan con techos temporales o cubiertas plásticas de rápido despliegue.
Incluso en grandes obras, se instalan canaletas alrededor de los montículos para desviar el agua de lluvia.
Las empresas profesionales manejan los áridos como si fueran producto perecedero.
Se aplica un sistema de primero en entrar, primero en salir (FIFO) para que siempre se utilicen primero los materiales más antiguos.
También se suelen tomar muestras periódicas para comprobar que se mantienen dentro de las especificaciones exigidas por ingeniería.
En 2017, en una obra de infraestructura importante en el centro de España, una mala decisión logística hizo perder varias semanas de trabajo y más de 1 millón de euros.
La empresa encargada decidió ahorrar costes en el transporte de áridos optando por camiones sin cubierta para un trayecto corto al centro de obra.
Durante varios días, los camiones cruzaban una carretera sin pavimentar, levantando polvo y recibiendo lluvias ligeras.
Los áridos, que ya estaban humedecidos, empezaron a aglutinarse y cambiar su densidad.
El resultado fue que varias mezclas de cemento salieron con dosificaciones incorrectas, perdiendo resistencia en algunas zapatas fundamentales.
Se tuvo que parar la obra para realizar refuerzos estructurales y análisis técnicos imprevistos.
Este caso demuestra que el ahorro en logísticas críticas, como el transporte seguro y almacenamiento de áridos, puede volverse un gasto enorme cuando no se gestiona de forma profesional.
En España y Europa existen normativas específicas sobre el control de calidad de los áridos para construcción.
La norma UNE-EN 12620:2003 + A1:2009 define los requisitos para áridos usados en hormigón, por ejemplo.
También hay reglamentos sobre el polvo atmosférico relacionado con el manejo, como los protocolos de emisiones difusas.
Empresas distribuidoras y constructoras deben respetar:
Contar con personal formado en estas normativas es también una buena práctica que evita sanciones y mejora la eficiencia.
En silos metálicos, con protección del viento y humedad, o bajo estructuras cubiertas si está al aire libre.
No, en muchos municipios está prohibido por riesgos ambientales y de salud pública debido al polvo en suspensión.
Depende del árido y de sus características granulométricas.
Por ejemplo, una grava válida para una base de carretera podría no ser útil en la fabricación de hormigón.
Contaminaciones cruzadas pueden dar lugar a mezclas incorrectas, menor resistencia estructural o fraguado defectuoso.
Las empresas hoy están obligadas a pensar también en el impacto ecológico de la logística de áridos.
Por eso, muchas flotas de transporte ya comienzan a incluir camiones eléctricos o a gas.
Además, se promueven los centros de acopio cercanos a las obras para reducir distancias y emisiones de CO₂.
Otras buenas prácticas incluyen la reutilización de áridos reciclados o residuos inertes de otras demoliciones.
Esto no solo reduce costes, sino que mejora la sostenibilidad del proyecto.
También se están elaborando normas verdes europeas que bonifican en licitaciones públicas a quienes adopten estas medidas.
En definitiva, el transporte y almacenamiento de áridos no son elementos accesorios en una obra, sino piezas centrales del éxito constructivo.
Gestionarlos correctamente evita pérdidas, mejora la calidad estructural y protege el medio ambiente.
Brindar capacitación al personal, utilizar equipos modernos y seguir normativas específicas es la mejor inversión en cualquier proyecto de construcción.
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