Cuando hablamos de estructuras que deben soportar grandes cargas o condiciones extremas, la elección de los materiales se convierte en un factor decisivo.
Entre esos materiales, los áridos especiales destacan como elementos clave para lograr un hormigón más fuerte, duradero y eficiente.
Son materiales granulares que se utilizan, principalmente, en la fabricación de hormigones destinados a obras que exigen mayor resistencia estructural, durabilidad o propiedades únicas.
A diferencia de los áridos convencionales como grava y arena silícea, estos cuentan con propiedades físico-químicas específicas.
Eso les permite ofrecer mejor comportamiento mecánico, térmico, químico o incluso radioactivo.
La demanda de infraestructuras complejas como puentes atirantados, centrales hidroeléctricas o rascacielos ha crecido exponencialmente.
Estas construcciones necesitan hormigones que resistan compresión, flexión, impactos y ciclos de cargas intensos.
Los áridos especiales permiten obtener mezclas con resistencias superiores a 60 MPa e incluso más de 100 MPa.
Además, pueden personalizarse en cuanto a densidad, reactividad química y durabilidad frente a ataques ambientales.
La clasificación se basa tanto en el tipo de materia prima como en su función técnica dentro de la mezcla.
A continuación, analizamos los más utilizados en proyectos de alta exigencia.
Estos áridos se emplean para obtener hormigones pesados, útiles para blindaje radiológico o estructuras portuarias.
Entre los más comunes se encuentran:
Se utilizan cuando se requiere reducir el peso propio de la estructura sin sacrificar resistencia.
Por ejemplo, en prefabricados, techos o elementos volcados al diseño arquitectónico.
Algunos de ellos son:
Responden a la necesidad de sostenibilidad en el sector de la construcción.
Además, en muchos casos presentan resistencia química o térmica mejorada.
Entre ellos destacan:
Evitan reacciones deletéreas, como la alcalisílice, que afectan la durabilidad del hormigón.
Usar áridos con composición química controlada es prioritario en obras críticas.
Granitos lavados, basaltos seleccionados o calizas densas son elecciones comunes en este grupo.
En el año 2016, durante la construcción de un viaducto ferroviario en una zona de alta actividad sísmica en Europa del Este, los ingenieros enfrentaron un reto inesperado.
El diseño original contemplaba pilares de hormigón convencional reforzado.
Sin embargo, las simulaciones numéricas que consideraban un sismo de magnitud 7 revelaron que el hormigón proyectado no alcanzaba la capacidad deseada de deformación ni resiliencia.
Fue entonces cuando se evaluó cambiar los áridos debido a su enorme influencia en las propiedades estructurales del hormigón.
La decisión fue incorporar árido de basalto triturado con una granulometría y forma controlada, procedente de una cantera próxima a la zona.
Este árido tenía una dureza superior a 6 en la escala de Mohs, bajo coeficiente de absorción y gran capacidad para resistir el desgaste.
Al incluirlo en la mezcla, se incrementó la resistencia a compresión en un 18% en comparación con el hormigón de la primera fase.
Pero lo más impactante fue que, además de mejorar la resistencia, el nuevo hormigón pasó todas las pruebas de tenacidad al fracturamiento, superando los límites establecidos por la normativa sísmica de la región.
Gracias a esta intervención técnica basada en áridos especiales, no solo se preservó la solidez del viaducto, sino que también se evitaron sobrecostes millonarios en rediseños estructurales.
Este tipo de materiales no solo mejoran la resistencia a compresión.
También ofrecen beneficios adicionales de gran impacto en la calidad general del proyecto.
La selección del árido no debe basarse solo en su resistencia o disponibilidad.
Es fundamental tener en cuenta aspectos como:
La principal diferencia radica en que los áridos normales se utilizan en obras estándar, mientras los áridos especiales están diseñados para cumplir requisitos técnicos concretos.
No, solo aquellos que requieren propiedades superiores como estructuras de gran altura, entornos agresivos o cargas excepcionales.
Sí, y de hecho es habitual combinar estos áridos con superplastificantes, retardadores o aditivos expansivos para potenciar su uso.
Generalmente sí, pero la inversión se compensa al evitar refuerzos o rediseños estructurales.
Lo ideal es contactar a proveedores especializados en materiales técnicos para obra que puedan certificar las propiedades del árido según la normativa vigente.
Las innovaciones no se detienen en ingeniería civil moderna.
En la actualidad, se investigan nuevos materiales como polímeros reforzados con fibras minerales que combinan ligereza y dureza.
También están en desarrollo áridos inteligentes capaces de detectar cambios en temperatura o esfuerzos mecánicos.
Por otro lado, el uso de áridos reciclados procedentes de residuos industriales gana presencia en proyectos sostenibles LEED y BREEAM.
Esto permite reducir el impacto ambiental de la industria sin comprometer la calidad constructiva.
Los áridos especiales seguirán desempeñando un rol clave donde se requiera excelencia técnica, seguridad y eficiencia.
En definitiva, elegir el árido adecuado puede marcar la diferencia entre una estructura promedio y una obra maestra de la ingeniería.
Invertir en materias primas de alto rendimiento, como los áridos especiales, es apostar por la calidad, resistencia y durabilidad a largo plazo.
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