En muchos proyectos de construcción, la elección del árido adecuado no es solo importante, sino determinante para la resistencia y durabilidad final de la estructura.
Los áridos son la base de la mayoría de los materiales de construcción, desde hormigón hasta morteros y asfaltos.
Su calidad y características influyen directamente en el comportamiento mecánico de los productos donde se integran.
En contextos de altas cargas o condiciones climáticas exigentes, el tipo de árido puede marcar la diferencia entre una obra duradera o una que falla prematuramente.
Por eso, es clave evaluar dos aspectos fundamentales: resistencia al desgaste y resistencia a la compresión.
Los áridos se clasifican, entre otras cosas, según su origen geológico y su granulometría.
Conocer estas diferencias ayuda a predecir su desempeño ante solicitaciones mecánicas y ambientales.
Pero más allá de la forma o el tamaño, lo que nos interesa aquí es cuál de todos estos materiales resiste más a las presiones y al desgaste.
La resistencia de un árido depende principalmente de su composición mineralógica y dureza.
La prueba de abrasión Los Ángeles y los ensayos de resistencia a la compresión son clave para valorarlos.
A continuación, detallamos los áridos más valorados cuando se necesita máxima resistencia.
El granito es una de las piedras más duras y duraderas del planeta.
Su textura compacta, su bajo nivel de porosidad y su composición de cuarzo, feldespato y mica lo convierten en una opción excepcional.
El granito triturado alcanza altas cotas de resistencia a la compresión (hasta 2500 kg/cm²) y posee una excelente resistencia al desgaste.
Además, es especialmente resistente frente a agentes químicos y climáticos.
Es habitual verlo en bases de carreteras, hormigones de alta resistencia, pavimentos industriales y estructuras portantes.
El basalto es una roca volcánica muy dura que se ha vuelto imprescindible en proyectos exigentes.
Por su estructura densa y su dureza natural, ofrece excelente resistencia al desgaste por fricción y abrasión.
Soporta niveles muy elevados de carga antes de quebrarse, lo que lo hace ideal para capas de rodadura y firmes aeroportuarios.
Además, su color oscuro es altamente valorado estéticamente en diseños urbanos contemporáneos.
El sílex es un mineral duro, de origen sedimentario, con una extraordinaria resistencia al desgaste.
Su nivel de dureza es tal, que antiguamente se utilizaba para fabricar herramientas cortantes prehistóricas.
Actualmente es fundamental en plantas de trituración para fabricación de arenas de muy alta resistencia.
En combinación con cementos de altas prestaciones, el sílex ofrece una longevidad superior en estructuras sometidas a uso intensivo.
La diabasa, también llamada dolerita, es una roca ígnea intrusiva muy compacta.
Presenta propiedades similares al basalto, con una resistencia elevada tanto a compresión como al desgaste mecánico.
Su uso se extiende en infraestructuras ferroviarias, donde las vibraciones constante requieren áridos duraderos.
Aunque no todas las areniscas son resistentes, las variantes con alto contenido en cuarzo alcanzan valores aceptables.
Las llamadas areniscas cuarzosas resisten bien la fricción y presentan cierta tenacidad frente al impacto.
Se adaptan bien a adoquinados, soleras rurales y pavimentos peatonales.
No obstante, su durabilidad dependerá mucho del tamaño de partícula y la naturaleza del mortero que las acompañe.
En el año 2018, un proyecto de pavimentación urbana en el norte de España sufrió un deterioro prematuro a solo dos años de su ejecución.
El cliente había optado por un hormigón de resistencia media, pero al revisar los materiales usados, se detectó que se había empleado un árido calizo blando, en vez de granito o basalto, como se recomendaba en la memoria técnica.
El resultado: el pavimento presentaba fisuras, desgaste excesivo en las juntas y pérdida de textura superficial por abrasión urbana.
El tráfico ligero y peatonal era constante, pero no excesivo.
La empresa constructora, al momento de la reclamación, explicó que había optado por un árido local para bajar los costes logísticos.
Sin embargo, no se anticipó que aquel tipo de piedra caliza contenía un alto porcentaje de microporos y bajo módulo de elasticidad.
La consecuencia fue clara: se obligó a levantar más de 4.000 m² de solado y rehacer el firme desde cero, esta vez con árido de granito y basaltos locales de mayor dureza.
La diferencia en comportamiento fue total.
A cuatro años de la segunda intervención, el pavimento mantiene sus condiciones técnicas y estéticas sin reparaciones.
Este caso subraya por qué es tan relevante analizar en profundidad el tipo y origen del árido.
No se trata solo de precios o disponibilidad, sino de resistencia comprobada ante condiciones reales de uso.
Evalúa la resistencia al desgaste por fricción y choque.
Se introduce una muestra de árido en un tambor rotatorio con bolas de acero.
El resultado se expresa como un porcentaje de desgaste, cuanto menor, mejor.
Un árido de alta calidad resultará en valores inferiores al 30%.
Se aplican fuerzas crecientes sobre áridos seleccionados hasta provocar su fractura.
Determina su capacidad de resistir cargas sin deformarse ni fracturarse.
Clasifica cualitativamente los minerales según su resistencia al rayado.
El cuarzo, por ejemplo, tiene dureza 7, mientras que el talco tiene dureza 1.
Los áridos con mayor proporción de cuarzo suelen ser más resistentes al desgaste.
Depende del uso, cargas y vida útil esperada.
Hay que considerar el balance entre coste, accesibilidad y exigencias del proyecto.
Además, se aconseja siempre verificar los ensayos realizados sobre el lote exacto del árido a emplear.
No basta con la ficha técnica genérica.
Sólo si han sido seleccionados y tratados adecuadamente.
Algunos áridos reciclados de hormigón pueden alcanzar resistencias similares a los naturales, siempre que el origen del material sea controlado.
Sí, especialmente en resistencia mecánica y trabajabilidad.
Los áridos angulosos, como los triturados, ofrecen mejor adherencia que los redondeados de río.
Es común y recomendable.
Una mezcla adecuada de granulometría y mineralogía mejora la compactación y reduce huecos.
No necesariamente.
La resistencia depende más de su composición interna que de su apariencia externa.
Puede causar fallos prematuros, fisuraciones, deformaciones o colapso en puntos críticos.
En resumen, cuando se busca resistencia máxima al desgaste y a la compresión, los áridos más recomendables son los de tipo granítico, basáltico, sílex y otros de origen ígneo o silíceo.
Invertir desde el inicio en un árido de calidad es un paso fundamental para garantizar durabilidad, seguridad y ahorro en mantenimiento.
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