Elegir correctamente los áridos en una cimentación puede ser la diferencia entre una obra duradera o una estructura con problemas desde sus inicios.
Este aspecto, muchas veces subestimado, es clave para garantizar la resistencia, estabilidad y durabilidad del edificio o infraestructura.
Los áridos cumplen un papel esencial en la elaboración del hormigón estructural y como base resistente para las obras.
Actúan como un esqueleto dentro del cemento, mejorando la resistencia a la compresión y reduciendo las fisuras.
Además, a nivel estructural, aportan rigidez a las capas inferiores de la cimentación, tanto en sistemas superficiales como profundos.
Por eso, elegir los áridos adecuados para cada tipo de cimentación es una decisión técnica que impactará durante toda la vida útil de la construcción.
Existen dos grandes categorías de cimentaciones: superficiales y profundas.
Cada una requiere características específicas en los materiales de construcción, especialmente los áridos.
Son aquellas que se construyen a poca profundidad respecto al terreno natural, generalmente menos de 1 metro.
Ideales para edificaciones pequeñas o en suelos de buena capacidad portante.
En este tipo de cimentaciones, los áridos se usan principalmente como parte del relleno estructural de la solera, en la formación de zanjas y en el hormigón de limpieza.
Se utilizan cuando el terreno superficial no tiene suficiente resistencia y es necesario llegar a niveles más profundos.
Incluyen soluciones como pilotes, pilas, micropilotes y pantallas.
La elección del árido para estas estructuras debe tener en cuenta la resistencia a largo plazo, el y la compatibilidad con el terreno.
Existen diversos tipos de áridos, clasificados según su granulometría, peso volumétrico, forma y origen.
Su selección dependerá de las necesidades técnicas de la cimentación, así como del tipo de obra.
Lo más importante es que estos áridos cumplan con características específicas de resistencia, limpieza y granulometría.
No todos los áridos disponibles en el mercado cumplen con los requisitos de calidad exigidos por la normativa.
Por ello, hay una serie de características técnicas que deben tenerse en cuenta para cumplir los estándares estructurales y de seguridad.
Estos factores asegurarán que el árido se integre correctamente en mezclas de hormigón estructural y rellenos compactados.
La elección del árido no puede ser la misma en todos los proyectos.
Debe adaptarse a las condiciones específicas del terreno, el clima, la carga estructural y el tipo de cimentación.
En este caso se recomienda:
Estos materiales ayudan a drenar, a repartir cargas y a evitar desplazamientos por asentamiento.
En estructuras más exigentes, se opta por:
La consistencia homogénea y la calidad del árido son vitales en estos casos.
Una mala elección del árido puede acarrear sobrecostes y fallos estructurales.
Algunos errores frecuentes son:
Evitar estos errores garantiza un rendimiento óptimo de la cimentación.
En una obra residencial en las afueras de Madrid, una constructora decidió reducir costes adquiriendo una partida de grava no certificada para una cimentación superficial.
Esta decisión se basó en un presupuesto ajustado que priorizó el precio sobre la calidad.
Al poco tiempo de finalizar la instalación de la losa de cimentación, se detectaron fisuras longitudinales y asentamientos irregulares en distintas zonas de la vivienda.
Tras una revisión técnica, se descubrió que la grava usada tenía exceso de material fino y presencia de arcillas.
Esto afectó directamente la unión con el cemento, provocando una resistencia muy por debajo de la esperada en las muestras extraídas para el ensayo.
Finalmente, fue necesario demoler la losa y volver a ejecutarla con materiales de calidad certificado.
El coste total de la reparación duplicó el ahorro inicial y generó un enorme retraso en la entrega del proyecto.
Este ejemplo resalta por qué es crítico confiar en proveedores especializados y productos certificados.
Invertir en áridos de calidad siempre aporta múltiples beneficios a corto, medio y largo plazo.
Además, los proyectos construidos con materiales certificados mejoran su valor en el mercado inmobiliario.
Sí, siempre que cumplan con la normativa UNE-EN y sean aptos para uso estructural.
Generalmente se utiliza una mezcla de grava de 20 a 40 mm, complementada con arena fina bien graduada.
No se recomienda, ya que suele contener sales y materiales orgánicos que afectan gravemente la adherencia y durabilidad del hormigón.
Debe ofrecer productos certificados, análisis granulométricos y cumplir los requisitos de calidad según la normativa vigente.
La elección del árido no debe tomarse a la ligera en ninguna etapa del proyecto.
Lo ideal es contar con asesoramiento técnico, análisis del terreno y especificaciones claras en los planos de obra.
Algunas recomendaciones prácticas son:
Adoptar estas prácticas reduce errores y mejora la calidad estructural de cualquier proyecto constructivo.
Además, un buen árido facilita la colocación, el fraguado del hormigón y minimiza la fisuración térmica.
Aspectos vitales en cualquier obra, grande o pequeña.
En resumen, conocer qué áridos usar en cimentaciones superficiales y profundas permite tomar mejores decisiones constructivas.
Un material bien seleccionado aporta seguridad, calidad y eficiencia a la estructura desde su base.
Y cuando se trata de cimentar el futuro, no hay espacio para improvisaciones.
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