La calidad de los materiales es clave en cualquier obra de construcción.
Uno de los más utilizados y a la vez más exigentes en cuanto a control de calidad son los áridos.
Una incorrecta selección o control puede comprometer la resistencia del hormigón o la estabilidad de una estructura.
Por eso, conocer el proceso para verificar su calidad en obra es indispensable tanto para empresas constructoras como para responsables de obra y proveedores.
Los áridos son materiales granulares, como arenas y gravas, que se emplean en mezclas como morteros, hormigones o asfaltos.
Provienen normalmente de la trituración de rocas o directamente de yacimientos naturales.
Su calidad incide directamente en la resistencia, durabilidad y estabilidad de cualquier mezcla o estructura.
No todos los áridos sirven para todos los usos, y por eso se someten a una serie de controles in situ y en laboratorio.
De hecho, los áridos representan entre un 65% y un 80% del volumen total del hormigón o mortero.
Esto los convierte en el componente de mayor proporción en muchas construcciones.
Si los áridos fallan, el material completo pierde propiedades críticas.
El control se lleva a cabo tanto en origen (cantera o planta de tratamiento) como en destino (obra).
En obra, estos controles son especialmente relevantes antes de incorporarlos a una mezcla.
El jefe de obra o técnico responsable se asegura de que el árido recibido cumpla con las especificaciones técnicas del proyecto.
Esto incluye tanto características físicas como químicas y mecánicas.
El momento adecuado para hacer este control es justo después de la recepción de los materiales.
Además, recomendamos realizar controles periódicos si la obra se prolonga en el tiempo y se reciben distintos lotes del mismo árido.
El proceso de verificación implica una serie de análisis fundamentales que pueden realizarse de forma sencilla en obra o complementarse en laboratorio.
Esta prueba determina la distribución del tamaño de las partículas del árido.
Se realiza mediante un conjunto de tamices con aberturas progresivamente más pequeñas.
El objetivo es saber si el árido se ajusta a la curva granulométrica definida en proyecto.
Una granulometría incorrecta puede provocar segregaciones, mala trabajabilidad o pérdida de resistencias.
Consiste en medir la cantidad de partículas inferiores a 0,063 mm que contiene el árido.
Un exceso de finos puede afectar la adherencia del árido con el cemento.
Se realiza lavando una muestra y decantando para calcular el porcentaje de finos.
Las condiciones de humedad del árido influyen en el contenido de agua en la mezcla.
Si los áridos están muy mojados o secos, puede variar la relación agua/cemento y afectar el rendimiento del hormigón.
Se utiliza un horno para determinar el contenido de humedad mediante el peso antes y después del secado.
El análisis de la forma de las partículas busca detectar si son cúbicas, alargadas o laminares.
La forma afecta al empaque y a la trabajabilidad de la mezcla.
Las partículas muy angulosas permiten buena adherencia, pero pueden dificultar la mezcla.
Una textura demasiado lisa reduce la adherencia entre árido y pasta.
Esta prueba mide la resistencia del árido al desgaste y la fractura.
Se utiliza un tambor giratorio con bolas de acero para impactar contra el árido.
Es fundamental en estructuras donde los áridos estarán sometidos a cargas repetidas o tráfico rodado, como en pavimentos.
Áridos naturalmente contaminados con materia orgánica, sulfatos, cloruros u otras sales pueden descomponer el cemento o generar reacciones dañinas.
Se realizan ensayos químicos específicos con tinturas y reactivos para detectar la presencia de contaminantes.
Para garantizar que los resultados reflejan la calidad real del árido, la toma de muestras debe ser aleatoria y representativa.
El procedimiento recomendado incluye:
En el año 2015, en una obra de edificación en la provincia de Buenos Aires, una empresa constructora comenzó a detectar fisuras generalizadas en distintos elementos de hormigón estructural apenas semanas después del colado.
Los equipos técnicos sospechaban de un problema en la mezcla utilizada, pero el cemento y los aditivos estaban dentro de parámetros normales.
Tras un estudio detallado, descubrieron que el árido utilizado en esas partidas contenía un alto porcentaje de partículas reactivas, en especial sílice amorfa, que generaba una expansión peligrosa al reaccionar con los álcalis del cemento.
Este fenómeno, conocido como reacción álcali-sílice, puede provocar degradaciones severas a mediano y largo plazo.
El lote de árido había sido adquirido de manera urgente debido a una demora en la entrega del proveedor habitual, y no se había realizado el control de calidad necesario al llegar a obra.
La empresa asumió los costos de reparación y refuerzo estructural, que superaron los 200.000 euros, además de la reputación afectada y el retraso en la entrega.
Desde entonces, la empresa modificó su protocolo de inspección, estableciendo puntos de control y ensayos obligatorios para cada lote recibido, sin excepción.
Este caso ilustra cómo un error en el control de áridos puede generar no solo impactos técnicos, sino también económicos y legales.
En España, uno de los principales documentos de referencia es el Pliego General de Prescripciones Técnicas del Ministerio de Fomento.
También se aplican normativas UNE específicas, como:
Estas normas aseguran que las pruebas se realicen con criterios de calidad objetiva y replicables.
Existen varios errores recurrentes que pueden neutralizar el efecto de las pruebas, tales como:
Evitar estos errores es fundamental para garantizar la fiabilidad del material.
Dependerá del tamaño de la obra y la cantidad recibida.
Como regla general, cada lote o entrega diferente debe verificarse al menos una vez.
No siempre, pero contar con un laboratorio acreditado aporta garantías.
Para obras públicas o de gran envergadura suele ser un requisito contractual.
Será el técnico de obra quien decida si el árido puede utilizarse con restricciones, corregirse en mezcla o directamente rechazarse.
La clave está en realizar los controles a tiempo para evitar consecuencias estructurales o legales.
Generalmente el jefe de obra o el responsable de calidad de la empresa contratista.
Sin embargo, esto puede variar según el alcance del proyecto.
Estos consejos te ayudarán a establecer un sistema adecuado de verificación:
No subestimes la importancia de documentar todo el procedimiento.
Ante cualquier reclamo o incidencia posterior, una buena documentación puede evitar sanciones o rehacer trabajos.
Además, otorga mayor credibilidad técnica ante tus clientes o dirección facultativa.
En definitiva, el control de calidad de los áridos en obra es un proceso clave e ineludible para garantizar el correcto comportamiento estructural de cualquier construcción.
Aplicar las técnicas descritas no solo evita riesgos y costos adicionales, sino que eleva el estándar general del proyecto y mejora la reputación de todos los profesionales involucrados.
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